Presumimos de ser viajeros que practican turismo responsable. Amantes de la naturaleza y de los animales, intentamos no fomentar actividades que contribuyan al maltrato, abuso o sufrimiento animal ni a la degradación ambiental.
Lamentablemente, llevamos muchos años viajando y no siempre hemos podido evitar espectáculos o actividades de las que luego nos hemos arrepentido. Hoy nos vamos a intentar resarcir con esta experiencia que os contamos.
Cuando hace ya muchos años visitamos Asia, no disponíamos de la información con la que ahora contamos, internet no era todavía la fuente de información actual. Y si a esto añadimos la fascinación que nos producen los animales, nos prestábamos, muchas veces engañados a fomentar estas horribles prácticas.
Así fue como terminamos en un "campamento" de elefantes en Tailandia. Cómo dimos el paseo montado a lomos de un paquidermo esclavizado. Cómo falsearon la realidad, haciendo apología de estos lugares, incidiendo en que el entrenador y el animal tenían una relación especial y edulcorando la vida que allí llevaban los elefantes. Sin embargo, algo no encajaba del todo. Animales encadenados desde bebés, obligados a actuar y a trabajar horas y horas al día en su infancia, adolescencia y madurez.
La sensación cuando salimos de allí fue extraña, pues, a pesar de las palabras de los responsables... algo no encajaba
Con el paso de los años, nos hemos ido concienciando más y nos hemos abierto a una realidad terrible. Gracias al esfuerzo de organizaciones como FAADA y a muchos bloggers de viaje que se atreven a escribir la verdad tal y como es. Nosotros nos hemos unido a esta campaña y acercamos al futuro viajero otras posibilidades.
En todos nuestros viajes se acabaron las fotos simpáticas, las visitas a zoos o acuarios (a los que nunca hemos ido), la interacción con animales salvajes.
Practicamos Turismo Responsable. Nos informamos de los lugares que pretendemos visitar y ya no nos dejamos engañar tan facilmente, estamos preparados e informados. Rechazamos con contundencia cuando alguien nos ofrece posar para alguna foto y sólo colaboramos con sitios que estén avalados por grupos o asociaciones proteccionistas, como el maravilloso Elephant Transit Home que visitamos en Sri Lanka.
Así, cuando mi hermana quiso visitar Tailandia, ya estábamos en alerta y no dejamos que ellos cayeran en la misma trampa. Aquí nos regala un emocionado relato de cómo fue su experiencia con los elefantes en Tailandia.
"Una de las cosas que queríamos hacer en nuestra visita a Tailandia, era ver y tener contacto con uno de los animales más impresionantes del país, incluso me atrevería a decir que del planeta… los elefantes.
Lamentablemente, llevamos muchos años viajando y no siempre hemos podido evitar espectáculos o actividades de las que luego nos hemos arrepentido. Hoy nos vamos a intentar resarcir con esta experiencia que os contamos.
Cuando hace ya muchos años visitamos Asia, no disponíamos de la información con la que ahora contamos, internet no era todavía la fuente de información actual. Y si a esto añadimos la fascinación que nos producen los animales, nos prestábamos, muchas veces engañados a fomentar estas horribles prácticas.
Así fue como terminamos en un "campamento" de elefantes en Tailandia. Cómo dimos el paseo montado a lomos de un paquidermo esclavizado. Cómo falsearon la realidad, haciendo apología de estos lugares, incidiendo en que el entrenador y el animal tenían una relación especial y edulcorando la vida que allí llevaban los elefantes. Sin embargo, algo no encajaba del todo. Animales encadenados desde bebés, obligados a actuar y a trabajar horas y horas al día en su infancia, adolescencia y madurez.
Imagen campamento Maeping: elefantes-payaso actuando para turistas |
Con el paso de los años, nos hemos ido concienciando más y nos hemos abierto a una realidad terrible. Gracias al esfuerzo de organizaciones como FAADA y a muchos bloggers de viaje que se atreven a escribir la verdad tal y como es. Nosotros nos hemos unido a esta campaña y acercamos al futuro viajero otras posibilidades.
En todos nuestros viajes se acabaron las fotos simpáticas, las visitas a zoos o acuarios (a los que nunca hemos ido), la interacción con animales salvajes.
Practicamos Turismo Responsable. Nos informamos de los lugares que pretendemos visitar y ya no nos dejamos engañar tan facilmente, estamos preparados e informados. Rechazamos con contundencia cuando alguien nos ofrece posar para alguna foto y sólo colaboramos con sitios que estén avalados por grupos o asociaciones proteccionistas, como el maravilloso Elephant Transit Home que visitamos en Sri Lanka.
Así, cuando mi hermana quiso visitar Tailandia, ya estábamos en alerta y no dejamos que ellos cayeran en la misma trampa. Aquí nos regala un emocionado relato de cómo fue su experiencia con los elefantes en Tailandia.
"Una de las cosas que queríamos hacer en nuestra visita a Tailandia, era ver y tener contacto con uno de los animales más impresionantes del país, incluso me atrevería a decir que del planeta… los elefantes.
Nada más llegar allí, ya en el taxi que nos llevaría a
nuestro hotel intentaron vendernos uno de estos famosos paseos a lomos de un
elefante. Nos quedamos con la tarjeta del conductor sabiendo que no íbamos a
llamarlo, pues teníamos muy claro que no íbamos a contribuir a su explotación y
sufrimiento, así que tendríamos que buscar otras alternativas.
El primer día a la
salida de uno de los principales templos de Chiang Mai, contratamos los
servicios de un conductor para ver si podía ofrecernos una opción aceptable para nosotros. Por desgracia
estos conductores reciben comisiones por llevarte a ciertos sitios, fábricas
de sombrillas, joyerías y actividades
varias...como sabríamos más adelante.
Cuando surgió lo del paseo en elefante, le explicamos que no estábamos a favor de este tipo de prácticas y le pedimos si podía llevarnos a un sitio donde verlos de cerca pero supongo que el idioma y los distintos puntos de vista al respecto, nos llevaron a este malentendido pues una hora después de trayecto en coche, ahí estábamos en la puerta de uno de los muchos lugares donde se llevan a cabo estos paseos.
Lo que vimos fue desolador y frustrante: una cría de elefante atada con grilletes en sus patas y moviéndose de un lado a otro en el corto recorrido que le permitía su cadena, estresada, supongo que esperando que su madre terminara su larga jornada de trabajo para estar junto a ella.
Dos turistas sonrientes, cámara en mano sobre uno de estos majestuosos gigantones, además de su cuidador que va sobre el cuello dotado de un palo con un gancho, lo cual ya no es una buena señal.
Después supimos que a pesar de su tamaño, la espalda y el cuello del elefante no son tan fuertes como parecen y todo el peso que soporta causa daños crónicos en su columna.
El primer contacto cercano que tuve con un elefante fue bastante desolador, la verdad y me gustaría poder borrarlo no solo de mi cabeza, pues pasó a medio metro de nuestro coche un ejemplar enorme y pude ver en sus ojos, lacrimosos, apagados y agotados a la vez, la resignación, la sumisión y la tristeza, un ser totalmente anulado.
Tras esto, también vimos una fila enorme de turistas esperando su turno. De verdad, ¿nadie podía ver lo mismo que yo? ¿Nadie sintió lástima y se dio media vuelta?
Tras un momento para reponerme en el que tuve que hacer grandes esfuerzos para no llorar, le dijimos al conductor que no era lo que queríamos y tras un paseo en una barca de bambú (era lo único que había cercano para hacer) nos volvimos a Chiang Mai bastante “tocados” por lo que habíamos visto.
Cuando surgió lo del paseo en elefante, le explicamos que no estábamos a favor de este tipo de prácticas y le pedimos si podía llevarnos a un sitio donde verlos de cerca pero supongo que el idioma y los distintos puntos de vista al respecto, nos llevaron a este malentendido pues una hora después de trayecto en coche, ahí estábamos en la puerta de uno de los muchos lugares donde se llevan a cabo estos paseos.
Lo que vimos fue desolador y frustrante: una cría de elefante atada con grilletes en sus patas y moviéndose de un lado a otro en el corto recorrido que le permitía su cadena, estresada, supongo que esperando que su madre terminara su larga jornada de trabajo para estar junto a ella.
Dos turistas sonrientes, cámara en mano sobre uno de estos majestuosos gigantones, además de su cuidador que va sobre el cuello dotado de un palo con un gancho, lo cual ya no es una buena señal.
Después supimos que a pesar de su tamaño, la espalda y el cuello del elefante no son tan fuertes como parecen y todo el peso que soporta causa daños crónicos en su columna.
El primer contacto cercano que tuve con un elefante fue bastante desolador, la verdad y me gustaría poder borrarlo no solo de mi cabeza, pues pasó a medio metro de nuestro coche un ejemplar enorme y pude ver en sus ojos, lacrimosos, apagados y agotados a la vez, la resignación, la sumisión y la tristeza, un ser totalmente anulado.
Tras esto, también vimos una fila enorme de turistas esperando su turno. De verdad, ¿nadie podía ver lo mismo que yo? ¿Nadie sintió lástima y se dio media vuelta?
Campamento Maeping: animales soportando peso desde pequeños |
Tras un momento para reponerme en el que tuve que hacer grandes esfuerzos para no llorar, le dijimos al conductor que no era lo que queríamos y tras un paseo en una barca de bambú (era lo único que había cercano para hacer) nos volvimos a Chiang Mai bastante “tocados” por lo que habíamos visto.
Ya de vuelta en el hotel, buscamos en nuestra guía de viaje
otra forma de acercarnos a estos increíbles animales ya que estaba claro que
los taxistas y guías locales tienen sitios concertados y no te van a llevar a
otro lugar aunque lo solicites como nos pasó a nosotros.
Por suerte encontramos dos opciones, una de ellas era una visita a un Santuario llamado Elephant NaturePark.
Decidimos ir a la oficina situada en 209/2 Sridornchai a informarnos, y una vez dentro tuve claro que se acercaba a lo que buscábamos pues nada más entrar fuimos recibidos por varios perretes callejeros que estaban en la oficina acogidos.
Nos explicaron que en este parque, no está permitido montarse sobre los elefantes ni tampoco veríamos ningún show ni nada por el estilo. Elephant Nature Park es una experiencia que va mucho más allá, pues te encargas de darles de comer y de bañarlos en el río.
El precio es de unos 55€ que puede parecer elevado, pero hay que tener en cuenta que incluye el transporte de ida y vuelta desde tu hotel, una comida buffet vegetariana buenísima, la visita de unas 6-7 horas y los alimentos para los animales. Además no contribuyes al maltrato animal y apoyas una maravillosa causa, pues uno de los principales objetivos del santuario es devolver a los elefantes a la libertad y cuidar de los que ya no podrán valerse por sí mismos, así que no pagas solo por una excursión, sino que pagas para que puedan ser libres otra vez o para que los que no sea posible, reciban las mejores atenciones.
Por suerte encontramos dos opciones, una de ellas era una visita a un Santuario llamado Elephant NaturePark.
Decidimos ir a la oficina situada en 209/2 Sridornchai a informarnos, y una vez dentro tuve claro que se acercaba a lo que buscábamos pues nada más entrar fuimos recibidos por varios perretes callejeros que estaban en la oficina acogidos.
Nos explicaron que en este parque, no está permitido montarse sobre los elefantes ni tampoco veríamos ningún show ni nada por el estilo. Elephant Nature Park es una experiencia que va mucho más allá, pues te encargas de darles de comer y de bañarlos en el río.
El precio es de unos 55€ que puede parecer elevado, pero hay que tener en cuenta que incluye el transporte de ida y vuelta desde tu hotel, una comida buffet vegetariana buenísima, la visita de unas 6-7 horas y los alimentos para los animales. Además no contribuyes al maltrato animal y apoyas una maravillosa causa, pues uno de los principales objetivos del santuario es devolver a los elefantes a la libertad y cuidar de los que ya no podrán valerse por sí mismos, así que no pagas solo por una excursión, sino que pagas para que puedan ser libres otra vez o para que los que no sea posible, reciban las mejores atenciones.
Nos vinieron a buscar puntuales sobre las 8.30 am a nuestro
hotel en un minibús con otros 6 turistas y en el trayecto, de 1 hora
aproximadamente, nos pusieron un documental de los inicios del Santuario y la
historia de su fundadora Lek Chailert. Tras verlo aún me alegré más de haber
elegido este parque y no otro.
Además de elefantes, conviven búfalos y unos 200 perros
abandonados, a los cuales también dan acogida y alimento en el propio parque.
Una vez en el recinto y tras una charla con las indicaciones
de precaución que hay que tener en cuenta, llega el primer gran momento del
día: nuestro primer contacto directo con los protagonistas. En este caso fueron
dos elefantas las cuales habían sido heridas con bombas antipersona en la
guerra con Birmania y tenían una de sus patas destrozadas. No puedo describir
con palabras la sensación de tener un paquidermo ante mí y acariciar su cabeza…
fue increíble, impresionante, un sueño
hecho realidad.
Son muy especiales, pues transmiten muchísima paz a pesar de lo que han vivido. Todos los animales han sido rescatados del maltrato, algunos de ellos con historias muy duras, desde una elefanta con la cadera totalmente partida, no curada y vendida al santuario porque ya no servía para seguir criando, hasta varios ciegos por haber sido acuchillados en los ojos por sus cuidadores.
Algunos rescatados del trekking turístico, otros utilizados para pedir limosna en las grandes ciudades con el estrés que eso supone para un elefante, pues nos explicaron que son animales muy sensibles y perciben todas las vibraciones que se producen en el suelo, imaginad en una ciudad como Bangkok lo que eso les genera (después veríamos en un video todo esto)…Otros habían sido utilizados para trabajos de carga, circos y otros campos de entretenimiento.
Tras este primer contacto, nos dirigimos a otra zona donde les daremos de comer varias cestas de plátanos, sandías, calabaza y otras frutas. Es gracioso ver cómo les gustan más unas frutas que otras y lo selectivos que son, pues desechaban las que no eran de su gusto.
Después de un buen rato disfrutando y visitando distintas manadas, cada uno con su historia a la espalda, llegó sin darnos cuenta la hora de comer. Una selección de unos 15 platos vegetarianos sería nuestra comida del día. Lo mejor de todo es la vista, pues el comedor es cubierto pero al aire libre y puedes seguir disfrutando y observando sus movimientos y su comportamiento.
Finalizada la comida, llega otro gran momento del día, puede que el mejor… el baño en el río!!. Fue una experiencia única e irrepetible. Entrar con ellos en el río, y echarle cubos de agua por encima mientras ellos te salpican con sus trompas, juegan entre ellos e incluso se tumban para disfrutar más de un buen rascado de orejas… no tiene precio.
No podíamos dejar de sonreir, no queríamos que terminara el día.
Son muy especiales, pues transmiten muchísima paz a pesar de lo que han vivido. Todos los animales han sido rescatados del maltrato, algunos de ellos con historias muy duras, desde una elefanta con la cadera totalmente partida, no curada y vendida al santuario porque ya no servía para seguir criando, hasta varios ciegos por haber sido acuchillados en los ojos por sus cuidadores.
Imagen de campamento Maeping: elefantes obligados a transportar durante jornadas interminables a turistas |
Elephant Nature Park: los elefantes que sufren los estragos de la imagen anterior terminan así sus días, si tienen suerte |
Algunos rescatados del trekking turístico, otros utilizados para pedir limosna en las grandes ciudades con el estrés que eso supone para un elefante, pues nos explicaron que son animales muy sensibles y perciben todas las vibraciones que se producen en el suelo, imaginad en una ciudad como Bangkok lo que eso les genera (después veríamos en un video todo esto)…Otros habían sido utilizados para trabajos de carga, circos y otros campos de entretenimiento.
Tras este primer contacto, nos dirigimos a otra zona donde les daremos de comer varias cestas de plátanos, sandías, calabaza y otras frutas. Es gracioso ver cómo les gustan más unas frutas que otras y lo selectivos que son, pues desechaban las que no eran de su gusto.
Elefantes en Elephant Nature Park, disfrutando de un retiro tranquilo |
Después de un buen rato disfrutando y visitando distintas manadas, cada uno con su historia a la espalda, llegó sin darnos cuenta la hora de comer. Una selección de unos 15 platos vegetarianos sería nuestra comida del día. Lo mejor de todo es la vista, pues el comedor es cubierto pero al aire libre y puedes seguir disfrutando y observando sus movimientos y su comportamiento.
Finalizada la comida, llega otro gran momento del día, puede que el mejor… el baño en el río!!. Fue una experiencia única e irrepetible. Entrar con ellos en el río, y echarle cubos de agua por encima mientras ellos te salpican con sus trompas, juegan entre ellos e incluso se tumban para disfrutar más de un buen rascado de orejas… no tiene precio.
Elefantes rehabilitados y jubilados en el Elephant Nature Park. Un futuro feliz para ellos |
No podíamos dejar de sonreir, no queríamos que terminara el día.
Llega la parte final de nuestra jornada, para mí la más dura,
más aun cuando has pasado un día entero interactuando con ellos. Pasamos a una
sala donde nos van a contar el negocio que hay con este noble ser. Nos
enseñarán las distintas formas de explotación en la que son utilizados,
anulados. Es el momento de saber cómo un animal de esas dimensiones llega a
obedecer tan mansamente al hombre. La respuesta es simple… bajo un maltrato y una crueldad extrema. Antes
de poner el video el guía nos explica que la parte final del video es bastante
dura, y que si alguien quiere abandonar
la sala, puede hacerlo en cualquier momento.
En Tailandia existe una manera de “domar” elefantes conocida como Phajaan. Esta técnica centenaria de adiestramiento consiste básicamente en separar a un elefante de unos 3 años de edad de la madre (a veces incluso llegan a matar a los progenitores) y someterlos a un cruel aislamiento hasta asegurarse de que pierden su independencia.
Los pequeños elefantes son encerrados en jaulas hechas de unas dimensiones tan diminutas que no podrán ni tumbarse durante el tiempo de aislamiento que puede durar unos cuantos días, como poco una semana. Durante esa semana no solo no se les priva de alimento, bebida y descanso sino que varios hombres los torturarán con un bastón provisto de un pincho en la punta, se lo clavan en orejas, ojos y partes sensibles del cuerpo para anular totalmente el espíritu del animal, para volverlo sumiso. Por desgracia es una costumbre arraigada, (supongo que como los toros en España) que se concibe como necesaria para que obedezcan.
Lo que vimos en este audiovisual, es difícil de explicar. Como siempre, la crueldad del ser humano nunca deja de sorprenderme, para mi desgracia. Vi el video casi en su totalidad… y digo casi porque en la última parte en la que sale como apalean a un pequeño elefante me tuve que salir, ahora sí que no pude contener mis lágrimas, solo me calmó el hecho de salir y ver a una manada con varios elefantes bebés bañándose con sus madres, éstos tenían que hacerlo por ellos mismos, sin turistas, ya que al ser tan pequeños la familia es muy protectora y pueden reaccionar si se ven atacados.
En Tailandia existe una manera de “domar” elefantes conocida como Phajaan. Esta técnica centenaria de adiestramiento consiste básicamente en separar a un elefante de unos 3 años de edad de la madre (a veces incluso llegan a matar a los progenitores) y someterlos a un cruel aislamiento hasta asegurarse de que pierden su independencia.
Este pequeño de un campamento para turistas pronto será separado de su madre |
Los pequeños elefantes son encerrados en jaulas hechas de unas dimensiones tan diminutas que no podrán ni tumbarse durante el tiempo de aislamiento que puede durar unos cuantos días, como poco una semana. Durante esa semana no solo no se les priva de alimento, bebida y descanso sino que varios hombres los torturarán con un bastón provisto de un pincho en la punta, se lo clavan en orejas, ojos y partes sensibles del cuerpo para anular totalmente el espíritu del animal, para volverlo sumiso. Por desgracia es una costumbre arraigada, (supongo que como los toros en España) que se concibe como necesaria para que obedezcan.
Lo que vimos en este audiovisual, es difícil de explicar. Como siempre, la crueldad del ser humano nunca deja de sorprenderme, para mi desgracia. Vi el video casi en su totalidad… y digo casi porque en la última parte en la que sale como apalean a un pequeño elefante me tuve que salir, ahora sí que no pude contener mis lágrimas, solo me calmó el hecho de salir y ver a una manada con varios elefantes bebés bañándose con sus madres, éstos tenían que hacerlo por ellos mismos, sin turistas, ya que al ser tan pequeños la familia es muy protectora y pueden reaccionar si se ven atacados.
Por desgracia, que no queramos ver este maltrato no quiere
decir que no exista, y dando un inocente paseo sobre el lomo de este animal,
contribuimos a que no termine, ayudamos a que se siga haciendo. Media hora de
entretenimiento para nosotros es toda una vida de cautiverio, explotación y esclavitud para un animal. Lugares como este
Santuario, me devuelven un poquito la esperanza en el ser humano.
Espero que tras leer esto, decidáis hacer turismo
responsable y que penséis que tras algo que puede parecer inocente como es en
este caso un paseo o una simple foto con un mono en la calle penséis en todo lo
que hay detrás, en la vida que lleva ese animal. Os aseguro que visitando
Elephant Nature Park viviréis algo inolvidable y aportaréis vuestro granito de
arena a una buena causa para un mundo libre de explotación animal."
Ellos son obligados a darte la bienvenida, nosotros te pedimos que no vayas |
Estremecedor lo que han de sufrir estos animales. Gracias por seguir explicando la realidad y ayudando al turismo responsable.
ResponderEliminarUn abrazo!!
Creo que los bloggers somos responsables de decir la verdad y concienciar a los futuros viajeros. Somos fuente importante de información
EliminarEstremecedor relato, como dice Vero. Nosotros sí que fuimos a algún zoo o acuario, pero casi siempre con mis sobrinos. Ellos saben que los animales no son felices al estar allí, pero aún así alucinan al verlos tan cerca. Cierto es que cada vez más nos replanteamos estas visitas por toda la información que leemos en internet y, sobre todo, a FAADA.
ResponderEliminarSegún vas haciéndote mayor eres más consciente de las cosas. Nuestros padres nos llevaban a zoos de pequeñas y te encantaba ver a los animales, pero por otro lado te ibas con pena porque sus ojos no transmitían felicidad.
EliminarYo intento convencer a todos mis amigos de que no lleven a sus hijos a estos lugares y poco a poco creo que todos estamos más concienciados.
No hay bebe japones... Mi gozo en un pozo.... Pero es tan bonito lo que cuentas que te perdono.
ResponderEliminarPronto llegarán relatos de Japón, pero esta historia teníamos que contarla.
Eliminar;-)
Emocionante articulo y no puedo reprimir mi culpa al saber que yo también monte a lomos de un grandioso elefante en Mae Ping. Dale las gracias a tu hermana por relatarnos tan bella experiencia y a ti por tu gran ética, en los tiempos que corren, ser bloggers de viajes y éticos parece algo imposible visto el panorama como esta. Un abrazo.
ResponderEliminarComo más abajo comenta Caliope, somos muchos los que nos arrepentimos de alguna actividad en la que hemos participado durante nuestros viajes. Lo bueno es arrepentirse, pensar que fuimos engañados y que ahora ya estamos preparados.
EliminarUn fuerte abrazo
Yo también me arrepiento de haber montado en elefante en India para subir al Fuerte de Jaipur, pero una vez enterada de lo que sufren los elefantes mi única opción el Tailandia fue el Elephant Nature Park. Hicimos una visita especial de estar todo el ´día con los elefantes y aunque fue cara, me lo tomé como que es una manera de contribuir a la gran labor que hacen. Tengo pendiente escribir esa entrada, pasamos un día inolvidable. Muy buena entrada, espero que contribuya a concienciar a la gente de no ir a los cutre-espectáculos en los que los pobres elefantes hacen de todo, Aunque mucho me temo que tardarán en erradicarse esos shows. Un abrazo.
ResponderEliminarLo mejor de todo es que somos muchos los arrepentidos y los que entonamos el "mea culpa", por no habernos informado, por no haber protestado en su momento... en definitiva por haber fomentado estas actividades. y digo lo mejor, porque ahora es más dificil que caigamos en las trampas y como tú, somos más los que participamos en actividades que nos resarcen un poquito y nos hacen mejores personas.
EliminarGracias a bloggers comprometidos cada vez la gente conoce más sobre estas terribles actividades.
Un fuerte abrazo,
Buffff, imposible reprimir las lágrimas...aún así, un buen testimonio que hará cambiar de opinión a más de uno.
ResponderEliminarEso pensamos, poco a poco la gente informada es más consciente de la realidad.
EliminarGracias por comentar
Gracias por esta entrada tan sincera y emotiva , creo que nos has abierto los ojos a mucha gente. Yo intentare seguir haciendo turismo responsable y sobretodo transmitirselo a mi hija para que las proximas generaciones no vuelvan a caer en los mismos errores.Bss
ResponderEliminarConchita, te doy yo las gracias a ti por este comentario.
EliminarEscribir esto ha sido dificil y saber que hemos transmitido el mensaje nos emociona.
Te felicito por tomar la decisión de educar a tu hija en el turismo responsable, a ver si los viajeros conseguimos erradicar estas actividades.
Aquí hemos dejado nuestro grano de arena.
Un abrazo y muchas gracias
Yo también me arrepiento de haber ido a uno de esos parques de elefantes tan dañinos de Tailandia y monté en uno... En aquel momento nunca imaginé que para que hicieran todo eso eran sometidos a tanta crueldad! Pufff!!
ResponderEliminarBueno M. Carmen, la cuestión es que ahora hemos abierto los ojos y además en este momento disponemos de información con la que en su día no contábamos. Pero solo el hecho de que te hayas dado cuenta ya te hace mejor persona ;-)
EliminarBesos
Una entrada muy emotiva y aleccionadora. Yo formo parte de esa generación que llevamos a nuestros hijos a los zoos con nuestras mejores intenciones, verdaderamente algunos eran lamentables sus condiciones y dolia verlos. Lo poco positivo que conseguimos fue despertar en nuestros hijos un gran amor hacia los animales y sensibilizarlos de tal manera que ahora se han convertido en unas personas que defienden a capa y espada su protección en condiciones dignas. Gracias a unos y otros pues lo importante es despertar las conciencias.
ResponderEliminarGracias por tus palabras.
EliminarMis padres me llevaron a los zoos como dices, con toda la buena intención del mundo, y muchas veces todos nos íbamos con un sabor agridulce porque en el fondo veíamos que los animales no estaban en las concidiones adecuadas.
Por suerte, la sociedad evoluciona y ahora somos más conscientes de que hay que tratar con respeto a los animales y la naturaleza en general. El gran paso ha sido el tomar conciencia de esto, aunque hay mucho trabajo que hacer, todos podemos poner un grano de arena para mejorar.
Felicidades por haber educado a tus hijos en el amor hacia los animales.