China no iba a ser una excepción y antes de aterrizar ya
sabíamos que probaríamos nuevos platos, experimentaríamos nuevas sensaciones y
nos asombraríamos con muchas cosas.
Y pronto llegó el asombro, ya que la primera noche nos fuimos a comer al mercado nocturno de Wangfunjing, famoso por sus brochetas de bichos y alguna que otra extravagancia.
Y pronto llegó el asombro, ya que la primera noche nos fuimos a comer al mercado nocturno de Wangfunjing, famoso por sus brochetas de bichos y alguna que otra extravagancia.
Este concurrido mercado está repleto de puestos de comida de
todo tipo: pinchos de carne, noodles, dumplings, dulces, frituras… pero las
estrellas, sobre todo para el turista son las brochetas de estrellas de mar, escorpiones,
ciempiés, escarabajos o saltamontes. Para mí, lo más inquietante y que preferí
no mirar, aunque la calle estaba llena de ellos, eran unas brochetas de unos
pequeños escorpiones ensartados en el pincho todavía vivos. Fue terrible verlos
coletear y agonizar. No se comían vivos, sino a la plancha.
A pesar de que todo el mundo estaba comiendo, yo no vi a
nadie, ni locales ni visitantes, comiendo estas brochetas, así que dedujimos
que es más una atracción turística que otra cosa.
Nosotros comimos pinchos de carne varios, sepia y unos
dumplings. Es un modo de cenar rápido y no muy caro. Aunque algo incómodo, no
solo por comer de pie, sino sobre todo porque está abarrotado de gente
caminando y comiendo que hace complicado moverse por la calle y aún más salir
sin una mancha.
Uno de los platos que nos generaba más expectación era el
pato laqueado, que nos gustaba antes de llegar a China y queríamos comprobar si
la receta que conocíamos era parecida, mejor o peor.
Para ello elegimos un lugar recomendado en un foro por una
chica que vive allí. El restaurante se llama Huajia Yiyuan (aunque esto sirve
de poco ya que el nombre está en chino) y está en la calle de los fantasmas,
Dongzhimen. Desde la boca del metro no es difícil llegar, solo hay que tomar la
salida acertada, caminar por la calle de los farolillos hasta encontrar un
restaurante con dos langostas a la entrada.
Nos equivocamos de acera y caminamos un buen rato en
dirección contraria. Cuando estábamos a punto de desistir aparecieron las dos
langostas gigantes en la puerta y suspiramos aliviados. Si sales de la boca de
metro, caminas por la acera de los restaurantes y no ves enseguida el
restaurante es que te has equivocado de acera así que cruza.
Pedimos mesa y pronto vino un camarero que hablaba inglés.
Apenas echamos un ojo rápido a la carta ya que teníamos claro que queríamos
probar el Pato Laqueado estilo de allí (de Pekín).
Nos tocó esperar un ratito, pero es que este plato lleva su
proceso.
Hasta nuestra mesa vino el cocinero con una bandeja donde
estaba el pato, le quitó cuidadosamente la piel y se puso a trocearlo con mimo
y esmero.
En la mesa dejaron un recipiente con tortitas, dos tipos de salsa y varias frutas y verduras troceadas: pepino, melón, cebolleta…
En la mesa dejaron un recipiente con tortitas, dos tipos de salsa y varias frutas y verduras troceadas: pepino, melón, cebolleta…
Una vez cortado el pato, nos lo dejaron en la mesa y ahí
empezó la fiesta. Comenzamos a elaborar nuestros rollitos (nos explicaron que
podías utilizar las manos o los palillos - ¡qué suerte!). ¿Lo mejor? La piel
que se deshacía en la boca.
La carne tierna y jugosa y los complementos muy acertados
potenciando el sabor.
Antes de dejar Pekín, volvimos a probar este plato en otro
restaurante, también nos gustó mucho y nuevamente la piel era tan delicada que
desaparecía en la boca. En este lugar, algo más batallero, te presentan el pato
ya cortado y con algo menos de parafernalia, pero también es un sitio
recomendable.
El restaurante se llama 159 Hutong Restaurant, en el 78 de Lishi Hutong, Dongcheng District.
El restaurante se llama 159 Hutong Restaurant, en el 78 de Lishi Hutong, Dongcheng District.
Otro plato que teníamos ganas de probar en Pekín era el “caldero mongol”. La suerte quiso que cuando nos perdimos el día que buscábamos el restaurante de pato laqueado, echáramos el ojo a un restaurante especializado en este curioso plato, del que poco sabíamos.
Así que otra noche, volvimos a la calle de los fantasmas y justo
en la acera de enfrente del Huajia Yiyuan preguntamos en este pequeño
establecimiento por una mesa para dos.
Nadie hablaba inglés y creo que se agobiaron un poco cuando
nos vieron allí plantados. Pero fueron muy dispuestos, enseguida nos prepararon
una mesa y un chico nos ayudó en todo momento. Por gestos le dijimos que no
entendíamos nada de la carta, para colmo no había ni una foto, así que con
mucha iniciativa se señaló él y nos dio a entender que pediría a su gusto.
“Perfecto” le confirmamos por señas. La carta es una fotocopia en la que señalas
los platos que eliges. Rápidamente nos plantaron el caldero en mitad de la
mesa, que estaba preparada para ello con una cavidad en medio al efecto, y
varios platos con verduras, carnes, setas y tofu crudo.
Estábamos ansiosos por probarlo, pero nos decían que esperáramos. Cuando comenzó a hervir la sopa del caldero, vino nuestro salvador y nos explicó como preparar la comida. Consiste en ir echando todo dentro del caldero dejarlo un rato, no mucho, y untarlo en la salsa que nos habían puesto. ¡Estaba delicioso!
De vez en cuando, el agua de la sopa se va acabando y te la rellenan, entonces hay que esperar un rato hasta que vuelve a hervir.
Es un plato que nos encantó y que recomendamos probar en algún sitio especializado.
Los noodles en china son una institución. Los comen siempre, a todas horas y en cualquier lugar. Los hemos probado en varios restaurantes pero cuando en un hutong, más alejado de los principales, vimos un cartel que rezaba: Los mejores noodles de Pekin, ni lo dudamos y nos sentamos a la mesa.
Obviamente no hemos probado todos los noodles de la ciudad, pero estos estaban bien ricos, los platos eran enormes y la cuenta fue lo mejor. Este pequeño restaurante se llama Liu Family y está al final de la calle Dazhalan.
En Pingyao nos dimos cuenta de que en los restaurantes se anunciaba la ternera de Pingyao como algo especial y además tenía su propio museo, así que en cuanto tuvimos la oportunidad nos pedimos un plato para probarla.
Se sirve fría y está curada y bastante especiada, vimos que la pedían en todas las mesas, así que supusimos que es algo típico de la zona.
También pedimos noodles de Pingyao que igualmente se comen fríos y son más anchos que los tradicionales y algo picantes.
Estábamos ansiosos por probarlo, pero nos decían que esperáramos. Cuando comenzó a hervir la sopa del caldero, vino nuestro salvador y nos explicó como preparar la comida. Consiste en ir echando todo dentro del caldero dejarlo un rato, no mucho, y untarlo en la salsa que nos habían puesto. ¡Estaba delicioso!
De vez en cuando, el agua de la sopa se va acabando y te la rellenan, entonces hay que esperar un rato hasta que vuelve a hervir.
Es un plato que nos encantó y que recomendamos probar en algún sitio especializado.
Los noodles en china son una institución. Los comen siempre, a todas horas y en cualquier lugar. Los hemos probado en varios restaurantes pero cuando en un hutong, más alejado de los principales, vimos un cartel que rezaba: Los mejores noodles de Pekin, ni lo dudamos y nos sentamos a la mesa.
Obviamente no hemos probado todos los noodles de la ciudad, pero estos estaban bien ricos, los platos eran enormes y la cuenta fue lo mejor. Este pequeño restaurante se llama Liu Family y está al final de la calle Dazhalan.
En Pingyao nos dimos cuenta de que en los restaurantes se anunciaba la ternera de Pingyao como algo especial y además tenía su propio museo, así que en cuanto tuvimos la oportunidad nos pedimos un plato para probarla.
Se sirve fría y está curada y bastante especiada, vimos que la pedían en todas las mesas, así que supusimos que es algo típico de la zona.
También pedimos noodles de Pingyao que igualmente se comen fríos y son más anchos que los tradicionales y algo picantes.
En Xi’an, su barrio musulmán ofrece infinidad de puestos de
comida para probar diversas especialidades a buenos precios.
Lo que más llama la atención nada más llegar, y puede
también impresionar a los más sensibles, es que hay muchos puestos con corderos
colgados bocabajo, despellejados y que están siendo despiezados allí mismo por
un carnicero.
Los trocitos de carne, son ensartados en un palo, condimentados y puestos a asar a la parrilla. El sabor es intenso, jugoso y merece la pena probarlo.
Pero tened cuidado pues a nosotros nos dieron las brochetas más pequeñas y nos pilló desprevenidos. Así que elegid vosotros mismos la que queréis, porque nos quedamos con la cara de tontos.
Tras probar el pincho estrella, decidimos colocarnos
donde más cola hubiera. Después de ver varios mostradores nos decidimos por una
especie de kebab con carne también muy especiada y que estaba realmente rico.Los trocitos de carne, son ensartados en un palo, condimentados y puestos a asar a la parrilla. El sabor es intenso, jugoso y merece la pena probarlo.
Pero tened cuidado pues a nosotros nos dieron las brochetas más pequeñas y nos pilló desprevenidos. Así que elegid vosotros mismos la que queréis, porque nos quedamos con la cara de tontos.
En Xi'an también teníamos que probar el plato local más representivo, el yanguou pau mo que es una especie de sopa con muchos ingredientes y con un pan ácimo remojado. Menos mal que llevábamos la lección estudiada.
Cuando te sientas, el camarero te deja un cuenco con el pan y te dice que lo tienes que partir "very small, very small". Parte el pan que veas que te vas a comer, ya que luego el plato es muy consistente y el pan se hincha.
Cuando has terminado, se lo llevan y en cocina preparan el plato, con carne ovina (normalmente), tofu y varias verduras. En la mesa te dejan cilantro, salsa picante y ajo dulce para completar el plato antes de servírtelo. Y adelante con el festín.
Elegimos el restaurante Tong Sheng Xiang, para llegar desde la Torre de la Campana dirección Torre del Tambor, hay un callejón con tiendas y restaurantes. A la derecha hay unas escaleras que suben a un corredor con más centros comerciales. En una de las calles a la derecha está el restaurante y para saber que habéis acertado, en el recibidor hay una escultura con una familia comiendo el plato típico.
Finalmente y como en todos los viajes, teníamos que visitar un mercado de abastos, donde tomarle el pulso a la comida china, ver sus productos frescos y conocer alimentos extraños y curiosos.
La empresa Servantrip que es una plataforma para la reserva de servicios turísticos, nos invitó a conocer el mayor mercado de Shanghai de la mano de una guía local: el Guo Tai.
Hasta nuestro hotel se desplazó nuestra guía, Linda, que hablaba muy bien español. Con un coche de Uber nos llevó al mercado, bastante alejado del centro y empezamos a recorrer el lugar.
La gente nos miraba con curiosidad y continuamente le preguntaban a nuestra guía de dónde éramos. Nos dijo que no era un lugar al que llegaran muchos extranjeros.
Comenzamos por la zona de carnes, donde vimos muchos puestos de carne de todo tipo que estaba siendo cortada y manipulada. La carne más consumida en China es el cerdo.
La zona de fruta y verdura nos gustó mucho, había muchísima variedad y descubrimos productos que habíamos comido durante el viaje y que no sabíamos que eran como germinados, tofu en todas sus variedads o raices diversas, en especial nos chocó la de flor de loto.
Puesto de legumbres y fideos |
El mercado estaba lleno de gente, con gatos y perros debajo de algunos mostradores y en ocasiones teníamos que esquivar hasta motos en el interior. El caos del país se había trasladado también al mercado.
Cuando dimos por satisfecha nuestra curiosidad, cruzamos la carretera de varios carriles y nos desplazamos al mercado de pescado.
Habíamos llegado justo en la temporada del cangrejo, muy apreciado en el país por sus nutrientes y decubrimos una gama de precios enorme, las piezas oscilaban entre 1€ y 30€ y no dependía del tamaño ni del sabor, sino de sus propiedades nutritivas.
Además de la gran variedad de estos crustáceos nos llamaron la atención las medusas, que no hemos llegado a probar.
En el mercado de pescado, apenas vimos pescado propiamente dicho, lo que más abundaba eran los mariscos en general, de todos los tamaños y especies. Muchas almejas, curiosas gambas, caracoles...
Algunas consideraciones
En general, hemos comido muy bien en el país y a precios muy asequibles. Tanto los puestos callejeros como los restaurantes dan comidas muy sabrosas y merece la pena probar cuanto se nos ponga delante.Si no sabemos qué pedir, porque no entendemos la carta, mira a las mesas de al lado y señala lo que más te apetezca, normalmente es un acierto.
Nuestra táctica para atinar fue entrar a los restaurantes más concurridos por locales y colocarnos en las filas más largas de los puestos callejeros. Hemos fallado en pocas ocasiones y dado en el clavo en casi todas.
En general es sencillo adivinar lo que estás comiendo (cerdo, pollo, ternera...) tan solo una vez no supimos lo que nos pusieron, aunque estaba rico no terminamos de averiguar qué tipo de carne era. Pero si eres un poco aprensivo hay mucho donde elegir sin necesidad de experimentar.
Se me hace la boca agua porqué yo también disfruté mucho comiendo en China y reconozco que tampoco me atreví con las brochetas de escorpiones y como decís tampoco vi nadie comiéndolos. Echo de menos los dumplings! Alguna vez los he hecho en casa, aunque no són lo mismo :(
ResponderEliminarBesos!
La china es una de las comidas que más hemos disfrutado. Y experimentar, atreverse... nos ha encantado la experiencia.
EliminarLuego aquí, en casa, es dificil dar con todos los ingredientes, pero se intenta.
Un abrazo,
Yo creo que era chino en mi previa existencia. Toda la gastronomia asiatica me encanta aunque eso de caballitos y estrellas de mar no es para mi. No quiero ver sopa de aleta de tiburon en el menu. Cocinar en el wok es muy facil. Saludos a todos.
ResponderEliminarHola Eduardo, aquí otra china reencarnada ;)
EliminarEn general siempre que vamos a Asia comemos muy bien y China no ha sido la excepción.
Un abrazo,