De nuevo otro sábado de
actividades gastronómicas en Zaragoza.
Después del éxito del CHOCOTOUR nos apuntamos al SABOREA ZARAGOZA. Una visita matutina por los sabores
zaragozanos.
La visita comienza en el Torreón
de la Zuda, donde se ubica la oficina de Turismo justo al lado de las MURALLAS
ROMANAS, muy cerquita de la Plaza del Pilar.
Como llegamos con bastante
tiempo, subimos por primera vez en nuestra vida (que vergüenza) a lo alto de la
torre, desde donde tienes bonitas vistas del casco histórico y del Tranvía de Zaragoza, y dispones de explicaciones de las culturas que
habitaron la ciudad a lo largo de su dilatada historia. También pudimos ver con
tristeza el escaso caudal de nuestro querido río Ebro, cuya imagen era
desoladora.
Pero, en fin, sigamos con la
visita que es lo que importa.
A las 11 horas nuestra guía se
presenta y nos explica el recorrido que vamos a hacer.
Comenzamos por la “Calle
Indiscreta”, un aula medioambiental del Gobierno de Aragón, donde nos explican
algo de historia de la ciudad desde los romanos a los cristianos, pasando por
los musulmanes. Todo ello relacionado con la agricultura de la zona y orientado
hacia un consumo sostenible y más amable con el medio ambiente al que hemos
maltratado mucho con pesticidas, sobreexplotación, tala indiscriminada, etc.
Después nos situamos junto a la
estatua de Cesaraugusto, bajo el arco que ubica la antigua puerta de Toledo,
para escuchar cómo aquí se ubicaba el mercado medieval de alimentos y
artesanía, y luego cruzar la calle y adentrarnos en el Mercado Central de
Zaragoza.
El Mercado Central se levanta en
el mismo lugar que ocupaba el mercado antiguo. El edificio, inaugurado en 1903,
modificó el entorno de la plaza y para ello hubo que derribar parte de las
murallas romanas con dinamita. Es una de las tristes historias de esta ciudad
que muchas veces ha destruido monumentos en aras al desarrollo, como veremos
más tarde en la visita también.
Después de varias curiosas
observaciones que habíamos pasado por alto toda nuestra vida, vamos hasta la Plaza
San Felipe, para visitar un local mítico en la ciudad: MONTAL. Lo que empezó
siendo una tienda de ultramarinos fundada a principios del s. XX, se ha
convertido en una tienda gourmet, bodega, restaurante y museo.
Nosotros fuimos unos
privilegiados y pudimos ver este exquisito palacete renacentista reconvertido,
un placer para los que disfrutamos con la gastronomía.
Además, sus bajos alojan un museo
a la Torrenueva. Otro de los crímenes contra nuestro patrimonio. Se trataba de
una torre mudéjar cuya característica era su inclinación, que se produjo al
poco de su construcción, probablemente debido a que la parte sur de la torre
fraguó más rápidamente que la parte norte.
Pues bien, algunos siglos después
los comerciantes de la zona no estaban muy satisfechos con la torre, pues “envejecía”
el entorno y querían darle un aspecto más nuevo y comercial a la ciudad. Se
dejó correr el bulo de que la torre corría el riesgo de derrumbarse y había que
derribarla antes de que ocurriera una desgracia.
Se permitió a los ciudadanos de
Zaragoza que subieran a lo más alto para que se despidieran de este edificio
emblemático. El aluvión de visitas que recibió permitió ver por un lado el
cariño que los zaragozanos albergaban hacia la torre y segundo que el edificio
resistía y no era del todo cierto que entrañara ningún peligro. No obstante la
fuerza de los comerciantes superó la del
pueblo y de la torre sólo conservamos una marca en el suelo dónde antaño se
ubicó.
Comenzamos con un buen jamón de
Teruel acompañado por un Viñas del Vero. Después unas deliciosas migas con uva y
longaniza muy bien cocinadas, por cierto.
Caminamos por las estrechas
calles del “Tubo” zaragozano para terminar la mañana en otro local con solera:
Bodegas Almau (C/ Estébanes nº 9). Regentado por la cuarta generación.
En sus bajos nos tienen preparado
un vino de Borja acompañado por un montadito de morcilla y piquillos y su
especialidad: unas anchoas en salmuera riquísimas.
El local comenzó siendo una
bodega, donde se vendía vino, después se reconvirtió hacia la rama de la
hostelería y sus actuales regentes además lo han orientado hacia la cultura y
siempre tienen actos o exposiciones entre sus paredes.
Así terminamos la ruta, pero no
podemos irnos a casa sin tomarnos unos huevos rotos en el vecino “Doña Casta”.
Esta es una recomendación personal a todos los que paséis por Zaragoza. Siempre
que estamos por la zona, nos pedimos un buen plato, nuestro favorito con
longaniza, pero los hay con foie, gulas, etc, para todos los gustos.
Y ya que estáis por el Tubo,
cualquier local hará vuestras delicias.
¡Buen provecho!
Pues tampoco estuvo tan mal no???, o eso parece ; )
ResponderEliminarA veces lo que tenemos más cerca es lo que menos conocemos. Y con esas delicias se descubre mejor todo ¿no? Un abrazo!
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