En Tokio pasaríamos casi una semana recorriendo la capital nipona y visitando sus alrededores. El primer contacto con el país no podía ser más chocante. Nos encontramos una cultura y una ciudad postmoderna, con unos toques de tradición, bulliciosa aunque se pueden encontrar lugares silenciosos y siempre llena de vida. Así es Tokio una maravillosa contradicción.
En Tokio estuvimos una semana, durante la cual pudimos visitar también sus alrededores en coche y también en transporte público. Aquí podrás encontrar qué ver y qué hacer en Tokio en cuatro días, con consejos de dónde comer, dónde alojarse, cómo moverse y visitas recomendadas.
Día 1 – Llegada Tokio
Eran alrededor de las cinco de la tarde cuando aterrizábamos en Tokio tras un largo viaje con escala en Doha.
Antes de salir del aeropuerto teníamos que hacer unos cuantos trámites para empezar nuestro día a día en Japón:
sacamos dinero, cambiamos los JR, reservamos tres trayectos y compramos los
billetes de tren para los días posteriores, así asegurábamos plaza y asiento.
Oficina JR para poder canjear los pases |
Para ir a Ueno, donde teníamos nuestro alojamiento, desde Narita elegimos el Keisei Access
Express y nos dejó a unos 15 minutos caminado hasta el Hotel Villa Fontaine.
En la recepción además de registrarnos, recogimos las
tarjetas SIM que habíamos encargado desde España y que nos habían entregado allí y tras dejar el equipaje nos fuimos
a cenar por los alrededores. Primer contacto con la gastronomía japonesa y
primera experiencia con la complicada comunicación.
Aún así, la cena fue agradable y nos fuimos a descansar.
Aún así, la cena fue agradable y nos fuimos a descansar.
Nuestra ruta para ver Tokio durante 4 días
Día 2 –Asakusa, parque Ueno y Odaiba
Nuestro primer plan era ir a Nihombashi para ver un entreno de luchadores de
sumo a través de unas cristaleras. Para llegar nos bajamos en Hamacho St (el
gimnasio está en Hama-cho Nihombashi Chuo-Ku).
A pesar de no entender las reglas de este deporte, nos gustó
mucho ver su trabajo diario, las rutinas y las curiosas costumbres de estos
enormes luchadores.
Así es como se ven los entrenamientos |
Este modo de ver el entrenamiento fue más que suficiente para nosotros. Pudimos quitarnos la espina de ver a estos colosos luchando. Si coincide la temporada se pueden ver combates.
Después nos fuimos a Asakusa, y caminamos por Nakamise-dori
hasta Senso-ji, el templo más antiguo de Tokio.
Tras cruzar el enorme torii nos encontramos con un montón de japoneses llevando a cabo todos los rituales que hacen para purificarse y llamar a la buena suerte.
Tras cruzar el enorme torii nos encontramos con un montón de japoneses llevando a cabo todos los rituales que hacen para purificarse y llamar a la buena suerte.
Desde aquí, caminamos por Kokura-dori entramos por primera vez en una sala de pachinkos y que nos dejó abrumados por el ruido y las luces estridentes.
Anduvimos por Kappahashi-dogugai porque hay muchas tiendas con
reproducciones de comida para los restaurantes y teníamos curiosidad por
verlas. Hay de todo, platos completos, alimentos sueltos, bebidas…
Llegamos a Ueno, uno de los parques más grandes de la ciudad. Entramos por el sur donde está la estatua de Saigo Takamori, el que es considerado el último samurai, paseando con su perro.
Después, caminamos hacia el norte y llegamos al Santuario Gojo con numerosos toriis rojos.
El santuario Tosho-gu, la pagoda o el estanque Shinohazu son
otros puntos que vimos aquella tarde.
Para comer fuimos a Ameyayokocho, una calle comercial donde hay muchas tiendas y
puestos de todo tipo. Nos decidimos por unas tempuras y sopas en la planta alta de un
restaurante llamado Taru Matsu.
Tras la comida, tomamos el Yurikamome para ir hacia Odaiba. Este tren va sin conductor y nos parecía muy curioso. Una chica nos cedió la primera fila para que lo pudieramos ver bien.
El convoy cruza el río por la parte inferior del Puente Rainbow.
No, no es Nueva York. Estamos en Tokio |
Odaiba es un centro de ocio, con centros comerciales y lugares de entretenimiento. Edificios futuristas como el Fuji TV, la estatua de la libertad y el Venus Fort que nos recuerda al Hotel Venetian en las Vegas con cielo azul en su interior.
Cenamos unos noodles espectaculares en un restaurante
cercano al hotel, aunque no supimos con qué estaban acompañados, tal vez pato. En general, la comida de Japón nos estaba encantando y aún no habíamos comenzado con el sushi.
Aquella mañana, nos acercamos hasta la estación de Tokio y desde allí fuimos
a los Jardines del Palacio Imperial, que estaban muy concurridos. Entramos por
los jardines del este.
Se trata de un agradable jardín de estilo japonés muy cuidado
y limpio, Kokyo Higashi Gyoen, al que merece mucho la pena dedicar un ratito
para pasear y deleitarse con los colores en cualquier estación del año.
Desde aquí tomamos un tren para ir a la Torre de Tokio, decidimos
comprar nuestra entrada hasta el Main Observatory aunque se puede subir todavía
más.
Justo al lado, está el templo Zojo-ji, con una maravillosa puerta de acceso y donde vimos una pareja de novios. Allí nos invitaron a entrar a una exposición de artesanía y arte.
En un lateral nos detuvimos a contemplar miles de estatuas
gizo con gorritos, bufandas y baberos rojos. Se dice que protegen a los
viajeros, los niños y la maternidad.
Tras la subida a la torre, tomamos dirección a Roponggi, fueron como unos 30 minutos caminando.
De camino nos topamos con una expo canina y no podíamos creer
lo que veíamos.
Perros vestidos con ropas a su medida, tomando el almuerzo en las mesas de los veladores, montados en carritos y todo tipo de gadgets para los canes. Tras dar unas vueltas llegamos hasta Maman, la gran araña de estilizadas patas realizada por Lousie Bourgeois.
Perros vestidos con ropas a su medida, tomando el almuerzo en las mesas de los veladores, montados en carritos y todo tipo de gadgets para los canes. Tras dar unas vueltas llegamos hasta Maman, la gran araña de estilizadas patas realizada por Lousie Bourgeois.
En la calle Roponggi nos pilló la hora de comer y nos decidimos por unos tazones de ramen que
pedimos en máquinas expendedoras, bastante barato y contundente para saciar el
apetito.
En este tipo de locales eliges y pagas en una máquina expendedora y luego en la barra te sirven tu pedido.
En este tipo de locales eliges y pagas en una máquina expendedora y luego en la barra te sirven tu pedido.
Tras una reparadora siesta, que ya necesitábamos, fuimos a pasar la noche en Akihabara, a una media hora caminando desde nuestro hotel.
Allí las luces, los neones, los edificios de videojuegos y
pachinkos o las maids ofreciendo panfletos anunciando los maids café nos supusieron
un chute de estimulación sensorial.
Lo mejor de la noche está en Akihabara |
Cenamos en el Tempura Tnadon Tenya y aprovechamos para cambiar casi todo el dinero del viaje en una casa de cambio en la calle principal que ofrecía un muy buen cambio.
Día 4 –Harajuku, parque Yoyogi, Sibuya y Shinjuku
El desayuno en el hotel estaba bastante bien: albóndigas,
sopa, ensaladas, bollos, tostadas, huevos, zumos y té y café. Pero se desayuna
en el hall y siempre hay bastante gente.
Era domingo y nos fuimos a Harajuku para visitar el
Santuario sintoísta Meiji-Jinju. El entorno es delicioso y el torii que nos recibió
es una maravilla y nos hizo darnos cuenta de que estamos en Japón, en el tradicional.
Además pudimos ser testigos de varias bodas que se celebraban ese día por la mañana. Estábamos allí un montón de turistas y los guardias no perdían la amabilidad en ningún momento para organizarnos a todos y no molestar mucho a los novios y sus familiares.
En el distrito de Harajuku fuimos a Takeshita-dori, una pequeña y animada calle con muchos jóvenes de diferentes tribus por todos los lados comprando ropa y objetos modernos y dejándose ver.
Omote-sando, la calle paralela, es más grande y elegante. Justo detrás del Kiddy Land hay un pequeño restaurante de gyozas muy recomendable: el Harajuku Gyoza Lou.
Tras reponer fuerzas, caminamos hasta el parque Yoyogi porque los domingos es
punto de encuentro de algunas tribus urbanas, aunque llovía un poco y parecía
no haber mucha animación. Al cabo de un rato, unos chicos se pusieron a hacer
un pase de modelos y otros le daban toques a un balón. Al poco, llegaron los
rocabillis y empezaron a bailar en el centro.
Nuestro siguiente destino era Shibuya, pero como había mucha gente en la estación decidimos hacerlo caminando en lugar de en transporte público.
Es un barrio muy famoso con algunos edificios interesantes, como uno en forma de cohete o una tienda Disney. Aunque la mayor atracción de la zona es el cruce de Hachiko, el más concurrido del mundo.
Hay un Starbucks desde donde se obtienen buenas vistas, aunque suele estar bastante solicitado el lugar. Nosotros nos fuimos al paso elevado de la estación de Shibuya y también se puede ver el cruce bastante bien. Aunque lo mejor es unirse a las masas y cruzarlo caminando.
Desde aquí tomamos Center Gai, una zona con mucho ambiente que nos lleva a Dogen-zeka donde encontramos los clubs de alterne y los Love Hotels.
La jornada la terminamos en Shinjuku, el que se convertirá en
mi distrito favorito.
Descendimos en la estación más concurrida del mundo donde por la mañana, en las horas punta, trabajan los empujadores, ayudando a la gente a entrar en los convoyes, tal y como su nombre indica: empujando.
Descendimos en la estación más concurrida del mundo donde por la mañana, en las horas punta, trabajan los empujadores, ayudando a la gente a entrar en los convoyes, tal y como su nombre indica: empujando.
En esta zona se concentran edificios de oficinas y
rascacielos futuristas. Pudimos subir a uno de los miradores del Tokyo
Metropolitan Goverment Building, el ayuntamiento. Elegimos la torre norte,
aunque se puede subir a las dos, y ascendimos hasta la planta 45, el acceso es
gratuito y apenas hicimos cola para subir.
Justo al lado, se alza el Hotel Hyatt Regency Tokyo, famoso
por aparecer en la película Lost in Traslation.
Cuando nos dimos por satisfechos, fuimos hacia la parte este del barrio y aparecimos bajo
un espectáculo de luces y neones. Tiendas de lujo, salas de pachinko y el
barrio rojo de la ciudad, Kabukicho.
Localizamos el edificio Shinjuku Toho donde hay un Gozilla
de 12 metros del que se ve su cabeza, parece que va a engullir las salas de
cine que hay a sus pies.
Paseamos por las callejuelas del Golden Gai, con minúsculos y decadentes bares con apenas unas banquetas que dan asiento a los escasos clientes.
¿Y sabéis lo que nos pasó en mitad de Shinjuku? Al doblar la esquina nos encontramos con un conocido de nuestra ciudad... Increible.
Tokio nos fascinó, moderno, tradicional, contradictorio. Una ciudad a la que volver.
¿Que más ver en tu visita a Tokio?
En una visita a Tokio no pueden faltar Nikko y Kamakura, facilmente accesibles en transporte público tienen un montón de visitas interesantes. Aquí está nuestra ruta:
Alrededores de Tokio: Nikko y Kamakura |
Un tip gastronómico: ¿dónde comer un buen shushi?
Para los turistas una buena opción es el Sushi Zanmai. Con una extraordinaria relación calidad precio, nos dejamos aconsejar por nuestro camarero y salimos maravillados. El ootoro, la ventresca de atún, se convirtió en nuestro favorito desde que lo probamos allí, aunque elegimos varios bocados, todos ellos exquisitos.Delicioso shushi en Tokio |
Aún estaríamos tres días más en la capital visitando el Monte Fuji y los Cinco Lagos, Nikko, Kamakura y Yokohama.
Seguridad y Salud
Japón es un país muy seguro en general. No hemos tenido sensación de inseguridad en ningún momento.
También la conducción es segura y tranquila, a pesar del tráfico en las grandes ciudades los conductores son respetuosos.
En cuanto a la salud, siempre que salimos de viaje lo hacemos con un seguro de viaje,
uno además que tenga buenas coberturas ya que la asistencia sanitaria
en el país es cara y los costes de una atención médica pueden ser muy
elevados.
[Extra consejo: ¿quieres conseguir un descuento del 10% en tu seguro con
Intermundial?
Los seguros de viaje también nos cubren cancelaciones, demoras, pérdidas o daños de equipaje, repatriaciones o prolongación de la estancia por los casos previstos, así que no hay que olvidar contratar un seguro antes de salir.
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